Paul Strand decía que fotografiemos una y otra vez un árbol, una
máquina, una mesa, cualquier trasto viejo. Que lo hagamos una y otra vez
modificando la iluminación. Hay que trabajar, experimentar y observar críticamente
lo que se está haciendo en general, y lo que cada uno realiza ahora y ver qué significa
para nosotros, asimilando lo que podamos y olvidarnos del resto. Si permitimos
que la visión de otra gente se interponga entre el mundo y nuestra propia visión,
conseguiremos algo ordinario y sin sentido, pero si conservamos esta visión
clara, conseguiremos hacer algo que por lo menos será una fotografía con vida
propia. Para conseguir esto no existen atajos, ni fórmulas, ni reglas, únicamente
en todo caso las que rigen la vida de cada uno. Sin embargo, es necesaria la
autocrítica más rigurosa y el trabajo constante. Pero primero es necesario que
aprendamos a fotogafiar.
Os presento el árbol de Juan, hay una toma, una fotografía que
todavía es un proyecto y que os confieso que ahora también siento como mi
proyecto. Tengo que alegar en mi defensa la cantidad de días que me he
levantado de madrugada para intentar captar esos diez minutos de luz
maravillosa a los que, además, han de acompañar un cielo perfecto para esa
toma. Suena difícil, ¿verdad?, pero en eso consiste: observar, imaginar,
planificar y trabajar con espíritu crítico.Tal vez algún día conseguiremos esa
foto soñada.